Por Juan Tomás Valenzuela
Hoy esta la gente al pecho,
con lo de Ramfis Trujillo,
que acabó de perdé el brillo
después de este largo trecho.
El hombre perdió un derecho
que juraba haber tenido,
que era el de ser elegido
como opción electoral,
en la batalla campal
del pueblo contra el ungido.
Con una oferta atractiva,
cargada de odio racial,
Ramfis, llegó a dominar
la generación pasiva
de gente que aún está viva
y que le sirvió a su abuelo.
que conservando el anhelo
de aquella etapa oprobiosa,
querían que vuelva esa cosa
que causó tantos desvelos.
Ramfis, ofrecía un gobierno
sin dolo y sin corrupcion,
en que la Constitución
prometía ser su cuaderno.
Puesto que su lar materno
nunca fue el dominicano,
vino con cédula en mano
detrás de una presidencia,
que era claro en su conciencia
que no podía echarle mano.
Sosteniendo una mentira
como fuerza electoral,
Ramfis se lanzó a buscar
(como si fuera Shakira)
a esa gleba que aún suspira
por la impronta de su abuelo
y que guarda con recelo
la actitud de ese asesino,
que fue dejando un camino
de muerte y de desconsuelo.
Aunque no es un asesino
como su abuelo materno,
este truhán, hijo de cuerno
es un ladrón de los finos.
La primera vez que vino,
entre él, Quique y Leonel,
nos vinieron meter
con esa mierda de Woda,
la trampa más demagoga
que se podía suponer.
La Junta bajó con trenza
con lo de Ramfis Trujillo.
Se acabó el can de este pillo
y aquella diáspora mensa,
que ni lee, ni actúa, ni piensa
de una manera ordenada.
Y que hoy, desahuciada
por el cerco electoral,
quiere culpar de su mal
a este Tribunal de Alzada.
Juan de los Palotes
26 febrero 2020